Los anales de la historia de la marihuana están ciertamente llenos de conversaciones largas y sinuosas entre los consumidores sobre cómo clasificar exactamente la planta. Calma los nervios, pero ¿es la marihuana un depresor? Genera creatividad y acelera la mente, pero ¿es un estimulante? Y si bien puede poner una cierta neblina etérea y nebulosa sobre el aquí y ahora, ¿eso lo convierte en un alucinógeno?
Veamos la terminología.
¿Qué es un depresor?
Los depresores son medicamentos que producen un efecto relajante, calmante e incluso sedante. Disminuyen la función cerebral y pueden usarse para tratar la ansiedad, los espasmos musculares, el insomnio y las convulsiones.
Los depresores conocidos incluyen benzodiacepinas (“benzos”) como Valium, Xanax y Klonopin (a menudo utilizados para tratar la ansiedad y el insomnio), antipsicóticos como Zyprexa (Olanzapina) y Haldol, y barbitúricos como Nembutal y Seconal (que tienen un fuerte efecto sedante).
Podría decirse que el depresor más famoso es el alcohol. Causa muchos de los efectos secundarios clásicos de los depresores: deteriora la memoria, ralentiza el tiempo de reacción, produce un efecto tranquilizador y dificultad para hablar.
Uno de los tipos más importantes de depresores son los opioides. Estas drogas interactúan con los receptores opioides en el cuerpo. Se prescriben para el dolor y se pueden usar para la anestesia. Pueden ser altamente adictivos e incluyen productos farmacéuticos legales como Oxicodina, Fentanyl y Vicodin. Al igual que los opioides, los opiáceos son drogas que se derivan naturalmente de la amapola e incluyen codeína, heroína y morfina.Los depresores pueden ser altamente adictivos y de ninguna manera estamos hablando sólo del alcohol. Además, resulta fácil caer en el abuso de los mismos. Sólo en los Estados Unidos, el número de sobredosis de benzodiacepinas aumentó de 1.135 en 1999 a 11.537 en el 2017. El abuso de opioides se ha convertido en una crisis nacional en los Estados Unidos. En promedio mueren 130 personas cada día en los Estados Unidos por sobredosis de opioides, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades. En el 2018, 10.3 millones de personas usaron indebidamente los opioides recetados en dicho país. 2 millones de ellas tenían un trastorno por uso de opioides, según la Encuesta Nacional sobre Uso de Drogas y Salud.
¿Qué es un alucinógeno?
Los alucinógenos son medicamentos que alteran la percepción de la realidad del usuario, a veces en un grado intenso. El usuario puede experimentar fuertes distorsiones visuales, una sensación deformada del espacio y el tiempo y, en algunos casos, incluso alucinaciones. Por lo general, se clasifican en tres tipos: psicodélicos, delirantes y disociativos.
Los psicodélicos conocidos incluyen la dietilamida del ácido lisérgico (LSD), comúnmente conocida como “ácido”, la mescalina (que se encuentra en los botones del peyote y los cactus San Pedro), la psilocibina (el químico activo en los “hongos mágicos”) y la dimetiltriptamina (DMT) .
Las drogas disociativas incluyen fenciclidina (PCP o “polvo de ángel”), ketamina y, en dosis altas, jarabes para la tos a base de dextrometorfano. Estas drogas producen una fuerte sensación disociativa del entorno del usuario.
Los delirantes producen efectos similares al sonambulismo o al estado de fuga, y son menos utilizados con fines recreativos.
Los alucinógenos tienen una historia bien conocida como drogas psiquiátricas. La psilocibina (hongos), el LSD (ácido) y la mescalina fueron fabricadas por las principales compañías farmacéuticas para su uso en investigación y/o terapia psiquiátrica, hasta que se reprogramaron como sustancias controladas en 1967.
Durante siglos, los pueblos indígenas de América han utilizado los cactus San Pedro y Peyote con fines rituales y medicinales. En los Estados Unidos, la ley federal protege el uso ceremonial del peyote por parte de los nativos americanos.
Y aunque la ketamina se desarrolló originalmente como anestésico, está ganando popularidad como tratamiento para la depresión y la ansiedad.
¿Qué es un estimulante?
Los estimulantes son medicamentos que aumentan tu estado de alerta y energía, y te proporcionan un estado de ánimo eufórico y elevado… hasta que bajas.
Los estimulantes comunes incluyen cocaína, metanfetaminas, Ritalin y la cafeína en tu café de la mañana. Son altamente propensos a crear un hábito. Además, pueden producir un “choque” cuando los efectos desaparecen.
Los medicamentos estimulantes como Ritalin y Adderall se prescriben comúnmente como tratamiento para el trastorno de déficit de atención (TDA o ADD) y trastorno de déficit de atención e hiperactividad (TDAH o ADHD), aunque también pueden ser altamente adictivos, como muchos otros estimulantes.
¿Y la marihuana?
La marihuana definitivamente puede proporcionar algunos de los efectos de los depresores, y quizás esto es con lo que se la asocia más popularmente.
El consumo de marihuana puede producir un efecto relajante y calmante, que también puede aliviar el dolor y la ansiedad. Tomada antes de acostarse, puede contrarrestar el insomnio y ayudar a las personas a dormir a la noche. Muchas personas disfrutan del cannabis debido al efecto de estar “pegado al sillón”, donde les ayuda a hundirse en su sofá o silla favorita y adentrarse profundamente en su programa de televisión favorito.
También puede producir algunos de los efectos negativos asociados con los depresores, incluyendo la pereza, la pérdida de memoria a corto plazo y a veces la disminución de la motivación.
Sin embargo, hay otra cara de la moneda.
La marihuana también puede ser un estimulante
El consumo de cannabis puede elevar tu estado de ánimo, aumentar tu creatividad y hacerte sentir especialmente interesado en la música, las películas y el aire libre. Puede aumentar los sentidos y hacer que el sexo y la intimidad física sean más agradables. Al hacer que las tareas cotidianas sean más fascinantes y agradables, puede ser un impulso de energía que muchos encuentran motivador.
También puede tener algunos de los efectos negativos de los estimulantes. Para muchas personas, la marihuana puede producir ansiedad y paranoia, que en casos realmente graves puede producir pánico y miedo. También puede aumentar la frecuencia cardíaca, y a muchas personas le dificulta el sueño, a medida que la mente se acelera. Hasta cierto punto, también puede tener un “choque” como estimulantes, produciendo una especie de “resaca de marihuana“.
Y si bien la marihuana generalmente no causa los mismos efectos poderosos, disociativos y de distorsión de la realidad asociados con los alucinógenos, este no es siempre el caso. Alguien que toma una dosis demasiado alta (especialmente con comestibles) podría sentir efectos similares a los de los alucinógenos. Su percepción del tiempo podría disminuir, podría entrar en un estado de sueño, e incluso podría descubrir que su comprensión de la realidad se ha aflojado un poco a medida que sus lazos terrenales comienzan a esfumarse.
Índica versus sativa
Cuando se trata de clasificar o caracterizar la marihuana, el tipo de planta en cuestión no debe pasarse por alto.
La mayoría de las cepas de cannabis se clasifican comúnmente en sativa e índica (las híbridas también se han vuelto muy comunes). La sabiduría convencional es que las cepas sativas producen un subidón más enérgico, más adecuadas para el uso durante el día. Mientras tanto, las cepas índicas producen una sensación más relajante en el cuerpo. Estas se consideran cepas más adecuadas para relajarse al final del día.
Y aunque estas distinciones se toman como una especie de evangelio dentro de la cultura de la marihuana en general, no hay evidencia científica que las respalde.
Otro aspecto de la marihuana que puede desempeñar un papel es el perfil de terpenos de una variedad dada. Los terpenos producen una variedad de sabores y aromas en el cannabis, y pueden afectar la potencia y los efectos de la planta.
Además, la cantidad de tetrahidrocannabinol (THC, el cannabinoide primario que produce los efectos psicotrópicos de la marihuana) en una cepa particular debería desempeñar un papel en la potencia de la cepa y en cómo se siente el usuario.
¿Y entonces?
Si bien la investigación puede decir que las distinciones botánicas entre las cepas índica y sativa no pueden predecir sus efectos, es difícil discutir con la evidencia anecdótica (a menos que seas científico, por supuesto).
Para algunos usuarios, una determinada cepa producirá una sensación más viva. Para otros, la misma cepa puede producir un efecto tranquilo y relajante. Otro usuario podría probar exactamente la misma cepa y no sentirse ni vivo ni tranquilo: podría sentir ansiedad y paranoia, o simplemente un apetito elevado y una nueva fascinación por el jazz. Agrega a esto la curva de respuesta bifásica del cannabis, y las cosas se vuelven aún menos claras.
La conclusión es que es difícil afirmar que la marihuana es un estimulante o un depresor, o que es un alucinógeno. En otras palabras, la marihuana está en una categoría propia.
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